Daniel Esteban Manoukian nació en Buenos Aires en 1959. Se recibió de médico en la Universidad de Buenos Aires con diploma de honor en 1982. Vive en Neuquén desde 1985, donde completó la residencia médica para ser especialista en Medicina Familiar y General en el Hospital Provincial Neuquén. Es Magíster en Economía y Gestión en Salud (por la Universidad Isalud, Argentina) y Magíster en Políticas y Gestión en Salud (por la Universidad de Bologna, Italia).

Fue médico rural y director de hospitales de baja complejidad (Tricao Malal, 1987-1991) y mediana complejidad, por concurso (Chos Malal, 1991-1993, 1995-2000 y 2004-2006), siempre bajo el régimen laboral de dedicación exclusiva en el sistema público de salud de Neuquén, donde se jubiló trabajando como médico general en un centro de salud de Chos Malal, Neuquén, en noviembre de 2019.

Fue responsable de Planificación y Gestión Económico Sanitaria en el nivel central de salud de Neuquén (2001-2004). Ocupó el cargo de Secretario de Hacienda y Administración en la Municipalidad de Chos Malal, entre el 2006 y el 2011. En 2013 fue convocado por el gobierno de Río Negro para asumir como Secretario de Políticas Publicas de Salud, desempeñándose luego como Delegado Sanitario Federal del Ministerio de Salud de la Nación para la provincia de Río Negro hasta enero de 2016.

Actualmente integra el centro Universitario de Estudios sobre Salud, Economía y Bienestar (CUESEB) dependiente de la Universidad Nacional del Comahue, donde desarrolla tareas como docente e investigador.

20-11-2021

Información sanitaria y comunidad organizada

Daniel Esteban Manoukian - Columna para el Grupo PAIS

Adam Smith y la comunidad organizada

En la Riqueza de las Naciones Adam Smith expresa una de las frases que lo inmortalizaron, y que muchos teóricos interpretan como la explicación medular del capitalismo. Dice Smith: “No es de la benevolencia del carnicero, cervecero o panadero de donde obtendremos nuestra cena, sino de su preocupación por sus propios intereses… Es la mano invisible del mercado, que hace que toda la sociedad se beneficie del hecho de que los individuos busquen su propio interés”. Sin embargo, el devenir de la historia ha confirmado que el imperio liso y llano de las leyes del mercado no asegura sociedades más justas, como el propio Adam Smith advertiría.

Sobre la base de la conciencia social, que no es otra cosa que la clara percepción de la relación de dependencia recíproca que existe entre todos los individuos que constituyen una comunidad de personas, se edifica la solidaridad social. Recrear el concepto de “comunidad organizada” exige que hombres y mujeres sean socialmente solidarios, y efectivamente lo son, cuando sienten y actúan de tal modo que sus acciones se concretan antes que para su propio bien, para el bien de sus semejantes y de la comunidad. Tiene que ver con una cuestión básicamente ética, Herbert Spencer diría que “el sentido último de la ética consiste en la corrección del egoísmo”.

Para poder lograr la felicidad del Pueblo y la grandeza de la nación se requiere el mayor grado de solidaridad, de tal manera de abarcar a toda la comunidad nacional, siendo ese grado máximo de solidaridad lo que hace posible la unidad nacional. Ese logro es fruto de un proceso de autodeterminación comunitaria que propicia como camino, la armonía entre el individuo y la comunidad.

Cuando los integrantes de una comunidad se agrupan por ramas de actividad o de interés, comienzan a construir lazos que en base a la organización se van fortaleciendo, pero que devienen en resultados parciales si no se vuelcan, integrándose con otros núcleos organizados, a favor de la construcción de un objetivo colectivo superior.

Lo anterior implica que juntarse en torno de un objetivo común con sentido solidario y de autodeterminación es el primer paso hacia una comunidad organizada, pero requiere luego la inteligencia y generosidad suficiente para poder articular esa construcción con otras, de tal forma que esa lucha congruente, potencie las posibilidades para conquistar objetivos superadores.

Del dato aislado a la información sanitaria al servicio de la gestión

Un grupo de este espacio comenzó a recopilar datos sobre el devenir de la pandemia en las distintas provincias argentinas. Nos planteamos un objetivo sencillo: conocer semanalmente cuantos casos nuevos de Covid-19 se registraban, cuantas personas se recuperaban y cuantas fallecían.

Aplicando los parámetros establecidos en el decreto dictado por el presidente de la Nación el 8 de enero de 2021 (DNU 04/2021), con los datos recolectados se comenzó a elaborar un gráfico que semanalmente permitía definir en forma dinámica la situación epidemiológica de las provincias relevadas respecto del promedio nacional, para los dos indicadores propuestos de monitoreo (razón de casos: casos acumulados en los últimos 14 días con relación al número de casos confirmados en los 14 días previos y tasa de incidencia: número de casos confirmados acumulados de los últimos catorce (14) días por cien mil (100.000) habitantes).

La tarea del grupo fue desigual, como disímil era el esfuerzo por capturar la información requerida en cada jurisdicción. Algunas dificultades fueron comentadas en oportunidad de presentar esta experiencia en la Jornadas de Salud Pública llevadas a cabo en Pergamino en noviembre de este año. A los efectos de esta columna destacamos en orden de complejidad lo siguiente:

  • Disparidad en la exposición, la calidad y la continuidad de la información vinculada con la pandemia, lo cual motivó a los responsables a desplegar diferentes tácticas, entre ellas buscar fuentes alternativas de datos, consultas a actores claves o limitarse a las publicaciones nacionales relacionadas con la jurisdicción en cuestión. Más allá de la tarea misma, resultó evidente que las provincias partían de distintos estadios de maduración y práctica en lo que refiere a manejo de información sanitaria.
  • Escaso o nulo procesamiento de la información relacionada con la pandemia al servicio de la investigación epidemiológica. Solo por citar un par de ejemplos, puede mencionarse que en pocas jurisdicciones estuvo disponible información cruzada entre mortalidad y co-morbilidades relacionadas con Covid-19 o ya en este año, internación por Covid-19 y vacunas aplicadas.
  • Información de la pandemia de fuerte sesgo biomédico. Resultando obvio que la pandemia modificó hábitos, circuitos de contactos y actividades cotidianas, llama la atención que la información volcada en los portales oficiales casi exclusivamente refería a aspectos biomédicos con una mirada hospitalocéntrica que también apareció priorizada tanto en la conformación de equipos asesores, como en las propias acciones sugeridas para mitigar la situación. Con una mirada autocrítica debemos admitir, que también nuestro foco tuvo básicamente el mismo sesgo.
  • Evidencia de falta de información otrora consignada y procesada. Aun en provincias con tradición de información sanitaria de alta calidad, fue evidente que en la pandemia se relajaron los dispositivos para recoger otros datos y procesarlos a fin de brindar insumos para la gestión, alertando sobre desvíos surgidos por lo antes comentado. Algunos de esos insumos son propios del nivel local, pero otros deben ser monitorizados por el nivel central justamente para advertir  a la red al detectar desvíos que ponen en riesgo el cuidado integral de la salud comunitaria. Son ejemplo de esto último, el monitoreo de avance de cobertura en vacunas no Covid-19, o la revisión dinámica de las coberturas de tamizajes de tumores, importantes en el contexto de una pandemia que se comporta como una sindemia.

 

De Casandra a la Red de abordaje comunitario (RAC)

 Como muchas otras experiencias que decantan en la construcción de dispositivos superadores, la conformación de la “Red de Abordaje Comunitaria Covid-19” de Neuquén surgió a partir de verificar que lo que se hacía no resultaba suficiente por distintas razones, entre ellas esquemas de actuación ante la emergencia que limitaban la participación de actores con potencial capacidad de aportes sustantivos.

Según la mitología griega Apolo se había enamorado perdidamente de Casandra y para conquistarla le otorgó el don de la profecía. Sin embargo, Casandra, poseedora de esa envidiable capacidad de predecir lo que sucedería, no correspondió a Apolo como este lo deseaba. Decepcionado, Apolo enfureció y la maldijo. A partir de ese momento Casandra no perdió el don preciado, pero ya nadie creería en sus predicciones [1].

Cutral Có-Plaza Huincul aparecía hacia septiembre de 2020 como uno de los conglomerados con más alta incidencia de Covid-19 de la provincia del Neuquén. Algunos trabajadores de salud empezaron a percibir que no estaban transitando por el mejor camino para intentar reducir el impacto de la pandemia y que si persistían con el mismo enfoque el daño sería mayor. Lo advirtieron a decisores locales, pero como Casandra, habían perdido el poder de resultar creíbles.

Sin embargo, no se cruzaron de brazos e intentaron un camino alternativo. Partieron de asumir que una pandemia es un evento excepcional, biológico y social, que impacta sobre una comunidad generando un daño de tal magnitud que ninguno de los actores involucrados puede, en soledad, hacer frente al problema con dignidad y posibilidad de éxito.

Conscientes de que no se puede solo y que ningún dispositivo es lo suficiente óptimo como para cubrir todos los flancos, revisaron lo que ya se sabía sobre la Covid-19 en cuanto a las formas de transmisión, los síntomas iniciales y las medidas que contaban con evidencia para atenuar el avance de la pandemia. Rápidamente el escueto grupo que empezó a sintonizar la misma onda, surgido del propio sistema de salud, llegó a tres conclusiones. En primer lugar que se podía, y valía la pena, un abordaje desde la prevención y la detección temprana, en segundo término que no alcanzaban con los trabajadores de salud para llegar a todas las familias de la comunidad. Finalmente, que la ola pandémica gigante no podría pararse con el concurso de una sola institución, pero que si muchas personas y varias instituciones se iban haciendo cargo de las pequeñas olas que alimentan a la madre de todas, era posible neutralizar el avance devastador.

Esta experiencia no fue única en el país. No es intención describir en este artículo esa experiencia, pero sí resaltar que fue apelando a nuestras mejores tradiciones de APS, en tanto construir salud con todos y todas, en el propio seno de la comunidad, como fue posible encontrar vías alternativas y superadoras para abordar la pandemia. Sí vale subrayar que la participación comunitaria, como multiplicador de recursos sanitarios para acompañar, capacitar y cuidar, volvió a demostrar sus virtudes. Era posible si se actuaba con sentido, y si el sentido que le imprimía cada componente, se alineaba en torno a un objetivo común. En suma, si se organizaba el esfuerzo colectivo con sentido solidario y efectivo.

Los desafíos de la buena información sanitaria y la incorporación de otras miradas en favor de la “comunidad organizada”

Probablemente ningún sistema de información estaba preparado en marzo de 2020 para dar cuenta de los desafíos de una situación de excepción como la vivida. Eso resulta entendible, pero sería imperdonable no aprender de los errores.

Entre las lecciones aprendidas, que no son pocas, una de ellas es que necesitamos fortalecer nuestros sistemas de información para responder a la velocidad que requiere el manejo de una pandemia y generar los insumos necesarios para seguir investigando al mismo tiempo que se interviene en el campo. Ni las presiones políticas, ni las mediáticas servirán para encontrar soluciones efectivas a esta cuestión. Será menester estudiar e investigar sobre los cambios de procesos para producir las mejoras necesarias en la arquitectura, el equipamiento y la calidad de nuestros sistemas de información.

Una verdadera red es fundamentalmente un sistema de vínculos. Personas que se reconocen mutuamente, y que en un marco de confianza deciden actuar con una visión en común [2]. Un sistema de información sanitario resultará incompleto si desprecia otras miradas y si la dirigencia política no está atenta para aprovechar y estimular iniciativas complementarias del rol institucional formal, potentes, en tanto constructoras del capital social que necesitamos para construir una sociedad más solidaria, equitativa y en definitiva más justa. También los sistemas de información sanitaria deben ser capaces de capturar esas experiencias superando la tradicional mirada biomédica centrada en el hospital y ponerse al servicio de la construcción de esa “comunidad organizada”.

Avanzar hacia la consolidación de “comunidad organizada” requiere acumular “capital social”, demanda esfuerzo, generosidad y sentido de lo colectivo. Es un camino arduo jalonado por aciertos y yerros, donde los ejemplos sirven para fortalecer la autoestima colectiva y la convicción de lo posible.

Vivimos una época que esta signada por la presencia de amenazas concretas y cercanas que podrían afectar nuestra existencia como especie en este planeta. Esta sindemia puede convertirse, si estamos dispuestos, en un escenario de aprendizajes necesarios para la subsistencia y el sumak kausay [3] o “buen vivir”.

Daniel Esteban Manoukian
Chos Malal, Neuquén, noviembre de 2021

[1] Giustachini, Ana Ruth (2007). Pinamar, ciudad de dioses, mitos y héroes. Pinamar, Provincia de Buenos Aires, Argentina.

[2] Dabas, Elina y Perrone, Nestor (1999). Redes en Salud.
Disponible en: https://www.buenosaires.gob.ar/sites/gcaba/files/redes.pdf

[3] Ariruma K. El Sumak Kausay.
Disponible en:
https://www.un.org/esa/socdev/unpfii/documents/El%20Sumak%20Kawsay-ArirumaKowii.pdf